¿Un lugar donde hayas sido feliz? ¿Qué sientes cuando escuchas un insulto en clase?, ¿Qué te ha hecho reír en este trimestre?, ¿Qué crees que puedes hacer para mejorar el ambiente de clase? Estas son algunas de las preguntas que nos hemos hecho en los círculos de diálogo que hemos implementado en el IES Corona de Aragón.
Círculos de diálogo
¿Un lugar donde hayas sido feliz? ¿Qué sientes cuando escuchas un insulto en clase?, ¿Qué te ha hecho reír en este trimestre?, ¿Qué crees que puedes hacer para mejorar el ambiente de clase? Estas son algunas de las preguntas que nos hemos hecho en los círculos de diálogo que hemos implementado en el IES Corona de Aragón.
Todo comenzó gracias al proyecto de Agrupaciones Escolares: Conecta2. Este proyecto comenzó en el curso 2020-21 junto con compañeros y compañeras del IES Villarrubia (Córdoba), el CEIP Virgen de la Antigua (La Haba, Badajoz) y IES Lorenzo Hervás y Panduro (Cuenca). Nació con un claro objetivo: mejorar la convivencia en nuestros centros. Cada uno teníamos nuestra historia, nuestros proyectos y nuestras experiencias en este ámbito, que fuimos compartiendo con la idea de retroalimentarnos y aprender de los éxitos y los errores de los demás. De esta experiencia nos planteamos conocer más sobre prácticas restaurativas y mediación, y entre la bibliografía disponible en este tema encontramos el libro Convivencia restaurativa (Editorial SM. 2021), escrito por Juan de Vicente Abad y que trabaja actualmente como Orientador del IES Miguel Catalán en Coslada (Madrid). Entre todos decidimos realizar una visita a este centro, para conocer más de cerca la experiencia del autor, y ver la aplicación real de las medidas propuestas en el libro, entre ellas los círculos de diálogos.
Los círculos de diálogo son una práctica de diálogo grupal en la que una persona ejerce como facilitador y el resto del grupo se coloca en forma circular y mantiene una conversación en torno a un tema.
El desarrollo es sencillo. El facilitador del grupo, que por lo general será el tutor/a (aunque en ocasiones también podría ser el propio alumnado), hará una pequeña introducción en la que se justificará el tema a tratar (puede ser desde el simple conocimiento de grupo, hasta el establecimiento de normas de clase o temas de convivencia del propio aula). Relacionado con este tema, el facilitador habrá desarrollado cinco o seis preguntas. En nuestro círculos, y siguiendo la propuesta de Juan de Vicente Abad, establecemos al inicio un mezclador que haga que el alumnado (que por iniciativa propia se habrá sentado en el círculo por afinidad) se cambie de sitio y se siente de forma aleatoria. Existen varias dinámicas en este sentido; nosotros habitualmente usamos una llamada macedonia: nombraremos al alumnado con dos o tres tipos de frutas y pediremos que se cambien de sitio una de las frutas al azar, luego otra, y todos a la vez si decimos macedonia. Una vez mezclado el grupo, podemos comenzar con la primera pregunta, que deberá ser sencilla e ilusionante. El objetivo es relajar el ambiente, despertar interés e incentivar al alumnado a participar en el diálogo. Idealmente debe conectar con buenos pensamientos y sensaciones. El facilitador escoge un objeto, el cual llamaremos tótem (en nuestro caso es un estuche), y tras lanzar la pregunta inicial lo pasará al alumno de su derecha o de su izquierda (idealmente irá alternando el comienzo de las rondas entre las distintas preguntas). El alumno/a con el objeto en su poder responderá a la pregunta (o declinará hacerlo si no desea responder) y pasará el tótem siguiendo el orden al alumno/a consecutivo. Irán respondiendo (o no) todos hasta que el tótem vuelva al facilitador. Existe una única norma: solo puede hablar la persona que tenga el tótem, y el resto debe permanecer escuchando. Cuando el tótem llegue de nuevo al facilitador, éste lanzará la segunda pregunta y se volverá a comenzar el círculo (normalmente cambiando el sentido). Al final el facilitador terminará con una pequeña reflexión, analizando lo comentado y estableciendo una conclusión.
En nuestro centro comenzamos implementado estos círculos de diálogo de forma experimental en el ambiente más favorable posible: el equipo de convivencia. Este grupo está formado por once docentes, que semanalmente nos reunimos y trabajamos para mejorar la convivencia del centro. Queríamos que la primera experiencia fuese positiva, eso impulsa a continuar. Resultó un éxito: tuvo una excelente aceptación, y nos propusimos que antes de implementarlo en las clases debíamos trabajarlo y practicarlo en las reuniones de tutores. Este fue un reto mayor, ya que a los adultos en general se nos presupone mayor facilidad para hablar de nuestros sentimientos, y a los docentes en particular más habilidad para hablar en público, pero en general el profesorado no está acostumbrado a este tipo de reuniones o dinámicas. El objetivo fue que el grupo de tutoras y tutores conocieran la técnica, la experimentasen en primera persona, y se quitarán los miedos y la presión a la hora de implementarla en los grupos de clase.
Comenzamos con esta dinámica este curso. En general la experiencia está siendo muy positiva, aunque es cierto que exige aprendizaje (es importante seleccionar bien los temas y las preguntas: no todas estimulan igual), tiempo y un cierto nivel de madurez del alumnado.
Algunas dificultades a las que nos estamos enfrentando es el ratio de alumnado por clase: con grupos de 27 alumnos se hace muy complejo: los tiempos de espera son elevados, decrece el interés y se hace más difícil controlar el grupo. El espacio es otro aspecto que resulta fundamental: es necesario un lugar donde se pueda realizar un círculo de sillas, sin nada en el centro, y donde todos se puedan ver.
¿Os podéis imaginar a 10 alumnos emocionados? Esto pasó en un de los circulos de diálogo que realizamos en 2º ESO después de lanzar la siguiente pregunta ¿Un lugar en el que hayas sido feliz?, una alumna contestó: “Pues yo soy feliz viniendo a clase. Antes me hacía feliz pensar en volver a mi país, volver a ver a mis seres queridos, pero algunos ya no están. Ahora venir a clase, reirme con vosotras, cuchichear… eso me hace feliz: me hacéis feliz.”
Este diálogo no sé si podría haberse dado sin esta dinámica, sin crear un ambiente de escucha y de confianza, pero se dio y creemos que fue posible gracias a estos círculos de diálogo.
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